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CARTA AL PSICÓPATA

  • Foto del escritor: De Lágrimas a Canciones
    De Lágrimas a Canciones
  • 8 mar 2024
  • 4 Min. de lectura

NINGUNA VÍCTIMA DE VIOLENCIA ESTÁ OBLIGADA A PERDONAR.

SÍ PUEDE HABER RECUPERACIÓN SIN PERDÓN.

EL ABUSO PSICOPÁTICO ES LA EXPERIENCIA TRAUMÁTICA MÁS VIOLENTA QUE PUEDE SUFRIR EL SER HUMANO, POR LO QUE NO NECESITAS PERDONAR SI NO QUIERES.


Comparto esta carta que escribí en un retiro espiritual y juré jamás entregarla.

Fue un recurso elaborado por mi y para mi.

Sin embargo, vi que al hacer anuncios en el Nombre de Jesús,

la afirmación se fortalecía y dejaba una huella más profunda en mi corazón.

De ahí que me dieron ganas de compartirla en mi blog.

Por si alguna mujer católica o cristiana la lee y le sirve de inspiración en su proceso.

Mi intención NO es evangelizar o revictimizar forzando hacia el perdón.



CARTA


Te escribo para agradecerte el regalo más valioso y la bendición más grande que Dios me quiso conceder: mis hijas. Siempre te guardaré una eterna gratitud por formar parte de este regalo, mi maternidad. El amor de madre es lo más gozoso y pleno que ha experimentado mi corazón. Siempre estaré al lado de nuestras hijas deseando su felicidad, su bienestar, su cuidado, su integridad, su pleno desarrollo. Siempre voy a custodiar la salud física, mental y espiritual de ellas. Porque, como madre, es lo que quiero para ellas.


Y de la misma manera me habló Dios.

Él quiere que yo viva feliz, sabiéndome y reconociéndome amada y respetada. El me quiere ver plena y completa en mi salud física, mental y espiritual. Y es algo que a tu lado no puedo lograr. El Espíritu de Dios me ha quitado el velo de la mentira más grande que he vivido en mi matrimonio: que no soy suficiente. Me abrió los ojos a todo el poder que vive en mi. Poder que no puedo expresar siendo sometida, humillada y abusada. Es un poder de amor fortísimo, que incluso en medio de nuestro divorcio, incluso en eso que podríamos pensar como separación y fracaso…. Me libera y me sana. Porque merezco ser amada, merezco ser tratada con respeto. Merezco que mi dignidad sea intocable. Merezco ternura. Merezco paciencia. Merezco cariño. Merezco gratitud. Merezco misericordia. YO merezco ser tratada con respeto y MUCHO AMOR. Porque soy hija de Dios. 


En el nombre de Jesús, te perdono todo abuso verbal y físico a mi o a mis hijas. Te perdono toda infidelidad y mentira. Te perdono toda manipulación a mi o a mis hijas. Te perdono toda carencia de amor y egoísmo. Te perdono todo control, amenaza y castigo.


En el nombre de Jesús, te pido perdón por toda ofensa e insulto que te dije. Te pido perdón por todas las veces que alcé la voz. Te pido perdón por todo rencor y deseo de venganza que guardé en mi corazón herido. Te pido perdón por proyectar en ti mis propias heridas.


En el nombre de Jesús, te respeto y te acepto. Pierdo todo deseo o intención de cambiarte. Porque te reconozco como hijo de Dios. Y te entrego a ti la responsabilidad de sanar tú, tu propio corazón herido.


En el nombre de Jesús, te prometo que jamás te ofenderé frente a nuestras hijas. Nunca les hablaré mal de ti. La figura de padre para ellas es y será intocable y honrada. Sólo tú eres responsable de cómo construyes esa relación y nutres ese vínculo. 


En el nombre de Jesús, te exijo que jamás les hables mal de mi a nuestra hijas. Porque la figura de madre también debe ser intocable y honrada para ellas. Y te recuerdo que sólo depende de mi, el construir la relación madre-hija y nutrir ese vínculo a mi manera. Que es una manera llena de amor y alegría.


En el nombre de Jesús, renuncio al miedo que te tuve. 


En el nombre de Jesús, te anuncio que mi decisión de divorciarnos viene como consecuencia de vivir siendo tratada con desprecio. Y hay que asumir esta consecuencia como es. Te perdono pero no borraré las consecuencias del daño provocado. Esta decisión la tomé yo sola en mi diálogo con Cristo Eucaristía. El me enseñó que no hay perdón si no hay justicia. 


Sé que para construir un vínculo se requieren dos. Sábete lo siguiente: De mi lado, hay paz. Hay bandera blanca, pero no te quiero en mi vida. Y advierto, que al primer intento de manipulación o abuso a mis hijas, estaré dispuesta a tomar la distancia que sea necesaria con tal de proteger y custodiar sus corazones, sus mentes y sus almas. No dudes de la seriedad, honestidad y confianza con la que escribo esta carta. 


Yo decido libremente vivir así: Con Jesús a mi derecha, María a mi izquierda, mis hijas al centro y con el Espíritu Santo, ardiendo en mi corazón, como mi abogado que me protege de todo mal.


Gracias Mr. L. mi relación contigo me dio el don del entendimiento en mi historia familiar y Dios, mi padre amoroso, fiel, inmenso y todopoderoso, me sanará.


Pd. Imagino que vas a creer que no soy yo quien escribe esta carta, que quizás hablé con alguien que me cambió mi forma de pensar. Bien, pues si ese es el caso… la respuesta es si. Hablé con mi Santísima Madre Maria, hablé con San José, hablé con Jesús en un diálogo muy personal e íntimo. En donde me confirmó y reconoció con ternura todo el esfuerzo que he puesto en nuestro caminar y en nuestra familia. Sólo Dios sabe todo lo que luché por nosotros. El Espíritu Santo me habló fuerte y claro en mi corazón. Y todos ellos, me apoyaron en cada palabra escrita en esta carta y en esta decisión, que duele pero créeme, renueva. 


El Espíritu me desea brillando gozosa y restauró la opacidad del cansancio y la mentira que habitaba en mi.


ADIÓS.



 
 
 

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